Durban ha sido tan decepcionante para los ecologistas como cómodo para los 190 países que se reunieron en Sudáfrica entre el 28 de noviembre y el 9 de diciembre, con el objetivo de encontrar soluciones al cambio climático. Pese a la escasez de compromisos, es necesario recordar los tres acuerdos principales alcanzados. El primero es la extensión del Protocolo de Kioto: a partir del 1 de enero del 2013 se inicia un segundo periodo del que, lamentablemente, se desmarcan Canadá, Japón y Rusia. En segundo lugar, se ha logrado que los grandes emisores de gases contaminantes –incluidos Estados Unidos y China, que son responsables del 40% de dichas emisiones– se comprometan a firmar en el 2015 un nuevo pacto contra el cambio climático que, no obstante, no entraría en vigor hasta el 2020, con el consecuente tiempo perdido. En tercer lugar, se ha decidido la creación de un fondo verde para el clima que recabará 100.000 millones de dólares anuales con las aportaciones que harán, a partir del 2020, los países ricos (a través de dinero público y privado). Este fondo debe servir de ayuda a los países en desarrollo para atajar el cambio climático. La timidez de dichos pactos contrasta con la sensación de urgencia que transmiten las asociaciones ecologistas. O frenamos el rápido deterioro del medioambiente, o comprometemos el futuro de las próximas generaciones. Es un llamamiento a la población, pero también, y sobre todo, a los gobiernos, a la industria y al sector energético en general.
PDF Ecopolis lucha contra el cambio climatico, Durban
PDF Ecopolis Lluita contra el canvi climatica, Durban